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Diario YA


 

En una sociedad acostumbrada a resaltar los éxitos y los triunfos y adicta al aplauso

La otra cara de la medalla

Max Silva Abbott. En una sociedad acostumbrada a resaltar los éxitos y los triunfos y adicta al aplauso, resulta casi contradictorio que en los últimos años se hayan multiplicado las revistas científicas que sólo publican aquellos experimentos en que se ha fracasado. Esto choca con la verdadera fiebre por la fama que se ha apoderado de diversos sectores del rubro, quienes incluso han llegado a falsear resultados para obtenerla, y luego de los vítores iniciales, han caído en un desprestigio mayúsculo al conocerse el fraude.
    En realidad, la utilidad de este tipo de publicaciones es evidente, y su seriedad innegable, al no buscar la fama ni la notoriedad: permitir acceder a esa información para no cometer los mismos errores de otros, ahorrando así mucho tiempo y dinero.
    Lo anterior permite darnos cuenta de que existe todo un lado de la realidad humana marcada por la derrota y el fracaso, que muchas veces no vemos, encandilados por el afán del éxito y del triunfo. Resulta evidente que es mucho más agradable prestar atención a lo positivo, pero un mínimo de sentido común no sólo aconseja, sino que obliga a tomar en cuenta el lado malo, al ser inevitable a nuestra condición humana.
    Por eso, ejemplos como este debieran tenerse muy en cuenta para ver estas dos caras de la medalla de prácticamente cualquier hecho y no prestar atención sólo a lo que nos conviene o agrada, sino también a sus costos. En el fondo, es una cuota de realismo y de generosidad, porque permite ver las cosas no sólo desde nuestro lado, sino también cuando ‘se da vuelta la tortilla’, como se dice usualmente.
    Sin embargo, esta visión de la parte negativa o mala de las cosas es tal vez la gran ausente de un cúmulo de materias que hoy se discuten acaloradamente en Occidente, al ponerse sólo atención en los aspectos positivos o ventajosos para las partes que buscan imponerlas. Así por ejemplo, se habla mucho del derecho a rehacer la vida para defender el divorcio; mas es poco lo que se dice acerca de aquellas personas que hicieron todo lo posible por mantener su matrimonio y lucharon hasta el final por sacarlo a flote, o del verdadero calvario que sufre la persona que ha sido traicionada por quien a la postre se beneficia del divorcio, que en el fondo lo premia, legitimando su actitud. O en el caso del aborto o de la píldora del día después, sólo se mira esta situación desde la perspectiva de la madre que quiere deshacerse de ese hijo indeseado, mas no desde la óptica de este último y de lo que podría llegar a ser si se lo dejara vivir, o si se prefiere, de sus derechos. Si miramos el problema de la eutanasia, ésta se contempla muchas veces desde la perspectiva de quienes desean la muerte del afectado para liberarse de él so pretexto de compasión, y no desde la mirada de la víctima, quien muchas veces sólo necesita acompañamiento y cariño. Finalmente, respecto de la reproducción artificial o de las células madre embrionarias, sólo se presta atención al deseo de los progenitores o de los pacientes, respectivamente, no así de esas vidas que son manipuladas impunemente, y la mayor parte de ellas, asesinadas.
    Los ejemplos pueden seguir. Mas lo importante es darse cuenta que existe esta otra cara de la medalla, y que en ese lado del ‘ring’ hemos estado en el pasado (ya que todos hemos sido embriones) y nada impide que podamos volver a estar en él más adelante.

 

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