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Diario YA


 

el aguijón

Granjero busca esposa

David Martín. 17 de enero.

No, no teman. No se trata de un anuncio sacado de las páginas de la sección de relax de la prensa. Aunque sea difícil de creer, se trata del título del programa que Cuatro estrenó el pasado lunes en horario de máxima audiencia. Una caravana de mujeres en la que dos agricultores, un criador de vacas, un ganadero, un pastor y un viticultor conocieron a diez féminas, supuestamente interesadas en conseguir el amor de ellos, y de las que tuvieron que elegir a la mitad tras una cita de cinco míseros minutos. Mayor presuntuosidad no cabe. Pensar que de semejante experimento mediático va a salir no una buena relación, no una amistad, no una pareja, sino nada más y nada menos que un matrimonio me parece mucho pensar. Un total despropósito audiovisual, y no es el primero, que presenta a la mujer como un simple objeto de deseo.

Presentado por Lujan Argüelles, sin duda lo mejor del espacio, la careta del programa, con un cierto aroma a la serie “Falcon Crest”, y alguna imagen de los seis granjeros caminando por los viñedos a lo “Pasión de gavilanes”, permitía atisbar que la búsqueda del amor que nos estaban contando iba a tener emociones dignas de culebrón sudamericano. Primero, nos presentaron a los pretendidos a medida que entraban en la mansión vinícola elegida por el programa para el evento y, de vez en cuando, intercalaban imágenes de las pretendientes arreglándose para la ocasión como si su vida dependiera de ello. Despues, se pudo ver como los magnates del tractor se reunieron en una de las dependencias de la bodega y brindaron por el vino y las mujeres para hacer más amena la llegada del sexo opuesto. Claro que si, el macho hispano en estado puro y las cámaras de televisión allí para mostrarlo.

Hubo momentos para enmarcar en la antología del disparate. Uno de ellos llegó con las imágenes de los varones seleccionando a sus diez chicas favoritas y en las que se pudo escuchar, alto y claro, decir que el amor no tiene edad y unos minutos más tarde descartar a una candidata por ser demasiado mayor. ¡Ole! Las jovencitas que pasen, aunque uno este próximo a la jubilación, y las maduritas que se dediquen a otra cosa, que no interesan. ¿Era necesario emitir tal desconsideración, semejante humillación? Si no se pretendía dejar en evidencia al autor de semejante obra verbal, no. Tampoco el interrogatorio de cinco minutos, más que cita, pasó desapercibido y ofreció al espectador segundos para la historia televisiva como ver a una de las chicas dárselas de gran amante de los toros y de las corridas taurinas, hasta el punto de no perderse una, para acto seguido reconocer que desconocía si en el pueblo en el que habita hay plaza de toros o no. Muy bien, ya la llamaremos. O la escalofriante calificación de uno de ellos para quien la aspirante “tiene un punto muy agradable.... Me la voy a comer”. Eso, igual que si estuviéramos en la carnicería contemplando una exquisita paletilla de cordero. Menos mal que de quien estaba opinando podía tratarse de la mujer de su vida. Ellas tampoco se crean que se quedaron atrás en las pretensiones y alguna osó en regalar a su fruto del deseo, en ese primer contacto de cinco minutos, un preservativo para romper el hielo. ¿Alguien da más?

Tras hora y media de programa se acercaba el final del primer paso hacia la cúspide matrimonial y era necesario hacer la criba. Ahora, hombres y mujeres, tienen tiempo para conocerse y esperemos que lo hagan con el fin de que así, conociéndose, unos respeten  y otras se hagan respetar.

 

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