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Diario YA


 

“El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo.” Winston Churchill

El cataclismo socio-comunista se cierne sobre España

Miguel Massanet Bosch.
“En nuestro país la mentira se ha convertido no sólo en una categoría moral, sino un pilar del Estado.”, esta es una frase del escritor ruso y acérrimo crítico de Stalin, Aleksandr Solzhenitsyn el autor del famoso libro: “Archipiélago Gulag”. Quién esté viviendo en España en esta época de atribulaciones pandémicas, descalabros económicos y descomposición social y política de nuestra nación, seguramente encontraría mucho sentido a las palabras del señor Solzhenitsyn, una de las personas que más conoció las “lindezas” y los “refinamientos “ de las cárceles comunistas de la KGB y sus matones.
Lo primero que se nos ocurre ante semejante sarta de medidas descabelladas que está poniendo en marcha el actual gobierno es que vamos sin norte y que el futuro se nos presenta ominoso. Las previsibles consecuencias catastróficas para nuestra economía y para la convivencia entre los españoles, nuevamente abocados a la división y el enfrentamiento, tal y como sucedió en los años de la II República, junto a los anuncios de que el dinero que vamos a recibir de Europa, en concepto de ayuda para sacar adelante el país, va a ser distribuido por socialistas y comunistas, ambos poco de fiar en cuanto al posible destino que se le puedan dar a los 140 mil millones de euros que, presuntamente, vamos a recibir de los bancos europeos, es cómo se lo van a tomar en la UE y si se van a dejar engañar por nuestros políticos o, por el contrario, tomarán nota de las intenciones de nuestro Gobierno para mirar con lupa cada euro que se destine a la recuperación de España, cerciorándose de que, en la distribución de las ayudas procedentes de Bruselas, se tengan en cuenta los criterios de prioridad que se nos han marcado en cuanto a los destinos a los que primordialmente hayan sido destinados, de acuerdo con las normas europeas para el reparto de sus ayudas.
El hecho preocupante de que sean Sánchez e Iglesias los que se hayan atribuido la misión de ser ellos los que van a repartir el dinero de Europa, ya es suficientemente preocupante como para que nos preparemos a que algunas partidas sean destinadas a fines no confesables o a nutrir las faltriqueras de amigos, enchufados, feministas, etc.; algo que, seguramente, les va a proporcionar más votos pero que, para España y el resto de españoles que no vivan de la mamandurria y las gabelas de la política, es muy posible que pueda llegar a ser catastrófico. Pero son actuaciones como la de este personajillo del separatismo catalán, en el que coinciden catadura personal con datos identificativos, este tal Rufián al que nadie debiera de haberle hecho el más mínimo caso por su incuria intelectual, sus modales desabridos y su manifiesta incompetencia para ocupar un cargo de responsabilidad, como se le ha permitido que ocupe en el Parlamento de la nación, el que atribuyéndose una facultades de las que carece, aprovechándose de que Sánchez necesita apoyos de las izquierdas, aunque sean separatistas y de que ya le importa un bledo lo que los ciudadanos piensen de él cuando ya se ha hecho con todos los resortes del Estado eliminando la teórica separación de poderes que el señor Montesquieu consideró que eran imprescindibles que eran imprescindibles para que una nación tuviera garantizado el equilibrio entre sus diversos poderes.

Escuchar, en boca de la vicepresidenta Calvo, hablar de armonización fiscal, de diferencias territoriales en cuanto a la carga impositiva de sus ciudadanos, con el argumento de que Madrid cobra menos impuestos a sus ciudadanos  (olvidándose de que esta comunidad gracias a su política económica ha generado 500 millones más de recaudación) que otras comunidades ( lo que arteramente considera una gran deslealtad hacia el resto de paisanos, a los que las comunidades nos esquilman a gusto) y que esta circunstancia genera agravios comparativos, resulta tan indecente, incomprensible y sectario que, de por sí, ya bastaría para descalificarla, si no se conociera el grado de inquina hacia la derecha, de desprecio hacia la oposición y de cerrazón intelectual de esta señora, capaz de desbarrar hasta lo infinito si, con ello, ve la posibilidad de librarse de sus enemigos políticos, de demostrar su rencor y su animadversión hacia el resto de políticos que no participan de sus ideas, sin que sea obstáculo para ella que no le asista la razón, que sus argumentos no tengan cobertura legal o que sus propuestas sean contrarias y perjudiciales para España y los españoles; hasta aquí llega el grado de incompetencia de esta señora para seguir en el puesto que ocupa.

En lugar de alabar a aquellas autonomías que, con menos carga fiscal para sus ciudadanos, consiguen mejores resultados, los argumentos que exhibe pretenden demostrar que la “insolidaridad” de Madrid, gestionando mejor sus recursos, es una afrenta para todas aquellas autonomías que cobran más impuestos a sus ciudadanos, que despilfarran más sus recursos, porque destinan una parte importante de ellos a crear embajadas nacionalistas de carácter separatista en el extranjero, que tienen que subsidiar a fugados prófugos de la Justicia y hacerse cargo de sus gobiernos en la sombra, como el de  Waterloo, en Bélgica; que tienen que sostener a una serie de grupos organizados como el Omnium Cultural o  la TV3  o Cataluña Radio; que tienen que sostener un gobierno paralelo como una Hacienda propia o pagar minutas astronómicas a abogados para que se ocupen de la defensa de aquellos secesionistas que intentaron separar a Cataluña de España. Y son estos los que no pueden consentir que la comunidad de Madrid sea la que mejor se sabe desenvolver en unos momentos de crisis y, así y todo, como ya se ha dicho, es capaz de aumentar sensiblemente su recaudación por impuestos. En lugar de hacer que el resto de regiones tome ejemplo, lo que intentan Sánchez y sus esbirros es castigar a Madrid por no haber cobrado más impuestos y elevar las cargas municipales para los madrileños.

Y cuando se habla de armonización, cómo es que la señora Calvo, no se habla de la armonización de las ayudas a las distintas comunidades. ¿Qué pasa con Cataluña que, gracias al chantaje que mantiene permanentemente con Sánchez, es la que más ayudas consigue o, si hablamos de los vascos, expertos en explotar sus votos en el Congreso para sacar importante ayudas para su comunidad? ¿Por qué este gobierno socialista, tan preocupado por la presunta “deslealtad” de la señora Ayuso, no ha propuesto una reforma de la Constitución para acabar con los privilegios forales de los vascos y  navarros? ¿Existen igualdad de derechos y obligaciones en esta España del siglo XXI o los hay a los que se les trata mejor y se les exige menos y otros a los que, como le sucede a la comunidad madrileña, que son los que más aportan al Estado y que menos reciben de él, a los que, sin embargo, se los viene tratando a baqueta, hasta el extremo de que, el señor Rufian y su banda de desnortados, son capaces de pedir que se dicten leyes con el sólo fin de perjudicar a los madrileños? Cosas veredes Sancho.

Y es que estamos ante un PSOE, al mando de un iluso dispuesto a dejarse la camisa en el empeño que, con tal de seguir en el machito no tiene la vergüenza torera de poner firmes a los separatistas, no le importa que Pablo Iglesias campe por sus respetos, imponiendo su ley de matón comunista, con el grave perjuicio que ello representa para el futuro de nuestro país. Sin duda, Sánchez pensó que podría controlar a los de Podemos, pero no contó con la posibilidad de que fueran más astutos que él y que, en lugar de dejarse dominar son los que imponen sus condiciones y están llevando a España hacia la deriva con la que Chávez y Maduro han conseguido imponer, en una Venezuela sometida a la miseria, su dictadura proletaria. Y es que estas feministas del PSOE, parece que no se han dado cuenta de que con sus boutades, sus mentiras, sus exabruptos y su falta de lógica y contradicciones, lo único que consiguen es perjudicar la causa femenina y poner en duda la afirmación de que las mujeres son superiores a los hombres cuando se trata de asumir la responsabilidad de gobernar.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos ocultar que se ha llegado a una situación en la que ni Pablo Iglesias ni Pedro Sánchez, con su pasividad ante los intentos del comunista de desarbolar el Estado de derecho en nuestra nación, ya no les importa dejar claro que van en contra de nuestro sistema democrático que buscan, a costa de lo que fuere preciso, acabar con la Constitución de 1978 y que, aprovechándose de la situación creada por la grave pandemia del coronavirus y el estado de alarma, están creando un ambiente enrarecido, mediante el cual van metiendo en la mente de una parte importante de la ciudadanía, la idea de que un gobierno de izquierdas puede actuar, sorteando las leyes, porque con ello se pone fin al “poder” de los ricos, que es algo que a muchos españoles les encanta aunque, a la larga, vayan a pagar el prescindir de la iniciativa privada para gestionar nuestra economía, entregándola a la ineficacia burocrática del Estado. Y una reflexión que quiero plantearles: ¿Qué se ha hecho de Felipe VI? Ya no se oye hablar del monarca. Parece como si le hubieran confinado y apartado de todas aquellas funciones con las que llenaba su agenda real. Le han aumentado, no sabemos por qué motivos, la asignación a la Casa Real pero, a cambio, lo están dejando en el ostracismo, como mero figurón de museo de cera. Se está saliendo Iglesias con su propósito, consistente en acabar con la monarquía parlamentaria. No lo duden. Y ahora una frase para hacerles pensar, que debemos al gran filósofo don José Ortega y Gasset: “Reconocer nuestras limitaciones, aceptar que conocemos algo así como una gota de agua dentro de un océano inmenso, es esencial.”