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Diario YA


 

Ahora ¡a por los niños! Un intento de adoctrinamiento infantil

Miguel Massanet Bosch.
Sin entrar en el contenido de las normas y leyes que hoy regulan todo lo referente a lo que los menores de edad deben saber sobre  su sexualidad y las preferencias que pudieran tener sobre la práctica de su propia sexualidad y de sus inclinaciones respecto a con quién practicarla; así como, en lo relativo a las diversas etapas de la vida y cómo afrontar los posibles obstáculos externos a su intimidad y pudor sexual, amén de lo que, según las distintas opiniones que existen sobre esta difícil materia y lo que deben o no conocer sobre su propia sus instintos sexuales y las relaciones que, respecto a esta materia, estuvieran dispuestos a  enfrentarse a lo largo de toda su existencia; sí que es necesario que, como simples ciudadanos, intentemos tener las ideas claras sobre los posibles efectos que en la juventud y, en especial, en la época de la infancia, pueden llegar a tener determinadas decisiones de los poderes públicos relacionadas, en la mayoría de ocasiones, con distintas opiniones, conceptos morales diferentes, ideales políticos contrapuestos y concepciones éticas enfrentadas, que los respectivos gobiernos y autoridades académicas entienden como una eficaz y apropiada enseñanza de los temas relacionados con el sexo y, el modo, la ocasión, la forma más adecuada y la menos traumática para, una mente que, en según qué edades, especialmente la de la niñez, no ha adquirido la lucidez y desarrollo suficientes para poder entender con claridad y sin interpretaciones erróneas o radicalmente equivocadas, un tema y unas sensaciones que, por su niñez, todavía no ha podido experimentar.
Es evidente que quienes nos están gobernando, aparte de que a través de los años que vienen ostentando el poder, no han podido demostrar estar a la altura de lo que se requeriría de un ejecutivo preparado para dirigir con acierto un país; se le vienen notando actitudes totalitarias, decisiones absolutamente inapropiadas y una falta absoluta de predisposición para cooperar, entender, admitir o, al menos tener en cuenta, la opinión de la oposición que, en todo caso, ha sido rechazada, criticada, descalificada y tachada de desleal y obstruccionista de la política gubernamental. La enseñanza, el tener en manos de quienes gobiernan la facultad de poder dirigir las fértiles mentes de los estudiantes en un determinado sentido, inculcarles un ideario específico y encauzarlos hacia doctrinas extremistas, sin darles opción a que puedan compararlas, objetivamente, con otras posibilidades, otros caminos u otros enfoques que pudieran tener resultados más positivos pero que, evidentemente, no forman parte del doctrinario de los que ostentan el poder; es sin duda un chollo para quienes tienen el poder.
No es algo que sea nuevo en España, porque esto viene sucediendo, desde hace años, en el País Vasco y en Cataluña donde, haciendo caso omiso del mandato constitucional, han acaparado la enseñanza, la han catalanizado y vasconganizado, dando preferencia al catalán y al vascuence sobre el idioma nacional que, prácticamente, ha sido borrado de la enseñanza en ambas comunidades. Hoy hemos leído en la prensa nacional un artículo que hace referencia a una nueva teoría del señor Sánchez y de su gobierno, una teoría que, si no fuera que hace referencia a unos seres completamente inocentes, incapaces de defenderse, muy permeables a lo que mentes totalitarias quieren infundirles y completamente inermes ante el poder totalitario del Estado, deberían ser excluidos de cualquiera de este tipo de experimentos, recibir la protección de la Ley y de los tribunales y requerir que cualquier medida que se tomara que, de alguna manera, pudiera afectarlos mentalmente, fuera preciso que se tomara con la aprobación de las dos cámaras del Estado.
¿Qué es eso de contribuir a “su autonomía personal y a que elaboren una imagen de sí mismo positiva, equilibrada e igualitaria, libre de estereotipos sexistas o discriminatorios”? ¿Pero, señores, de quienes estamos hablando?, ¿de sesudos personajes, de preparados oyentes o de adultos capaces de distinguir el bien del mal, de saber lo que es discriminatorio o de lo que la razón y el sentido común requerirían para asegurar un futuro feliz para la sexualidad de dichos infantes? Son pequeños de 0 a 3 años, o de 0 a 6 años, da lo mismo, son seres que son incapaces de entender algo que no esté relacionado con el egoísmo propio de estas tempranas edades. Nos enseñaron que hasta los 7 años un niño no tenía uso de razón. Puede que no fuera cierto y que, algunos privilegiados fueran capaces de razonar antes de esta edad pero, en todo caso, lo que es evidente es que nadie, ni el Estado, ni las autoridades, ni los partidos políticos y, mucho menos, unos señores incapacitados por sus ideas extremistas y amorales, de entender la mente de un niño,  y todavía peor si estamos en manos de personajes tan siniestros como la señora Zelaá, autora de la mayor barbaridad en forma de ley educativa, una muestra de lo que una mente completamente ganada por el filibusterismo de izquierdas, puede llegar a crear para facilitar que, nuestros educandos, salgan los peores licenciados de toda Europa.
Un niño de 2 o 3 años elaborando una imagen de sí mismo, positiva, equilibrada y ¡no se pierdan el concepto absurdo que se le pide! ¡igualitaria! Un niño en edad de empezar a musitar algunos sonidos o palabras, un niño preocupado esencialmente en comer y dormir y, si viene al caso, berrear, al que estos señores de Podemos y socialistas extremistas ya pretenden que asimile el concepto de que todos somos iguales, todos tenemos que hacer lo mismo, ganar lo mismo, etc., cuando lo que en, realidad, le preocupa es ejercer de un ente absolutamente egoísta, que lo quiere todo para él y que es incapaz de distinguir lo que es bueno o malo y, mucho menos, lo que no significa un bien o un placer para satisfacer lo que sus propios instintos le piden. Y, no lo tomen a la ligera, porque ya están preparando el decreto-ley para que, en septiembre, a la vuelta de vacaciones, promulgarlo. Lo que no sabemos es qué clase de estereotipos sexistas o discriminatorios pueden tener estos niños que apenas tienen edad para ocuparse de otra cosa que de ejercer sus funciones fisiológicas y de ir asimilando, como esponjas, todas las imágenes, sonidos y olores que les complazcan o los que les repugnen, para saber distinguir los unos de los otros. ¿Y a estos niños les pueden hablar de “estereotipos”, no sería más oportuno, conveniente, razonable y menos estúpido, esperar a que tengan el conocimiento suficiente para que puedan asimilar de forma natural y con facultad de entendimiento, conceptos que, incluso para personas mayores requieren de una cierta preparación?
Por si fuera poco, los contenidos de esta educación infantil se van a dividir en tres etapas a las que denominan “área de crecer en armonía, área de descubrir, disfrutar y explorar el entorno y la tercera, área de comunicar y representar la realidad”. Sin duda alguna una cursilería absoluta que, a algunos, nos recuerda aquella “maría” de la “formación del espíritu nacional” que se nos obligaba a estudiar en tiempos del franquismo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sin pretender entrar en la complejidad de la enseñanza y sus distintas variedades, estamos convencidos de que, en este Gobierno, que desgraciadamente tenemos que soportar, cuando a alguno de sus miembros se les ocurre alguna idea ¡hay que ponerse a temblar! Porque, todavía no hemos tenido ocasión de conocer el desarrollo de ninguna de ellas que no haya sido una insensatez total y absoluta. Lo grave, lo que nos impide carcajearnos de la falta de madurez y escasos conocimientos de nuestros ministros, es que estos señores acumulan un poder extraordinario y que, cuando ponen en marcha alguna de estas ideas absurdas, consiguen que sean aprobadas por la mayoría de izquierdas de la que gozan en Parlamento y Senado. Y esto ya son higos de otro costal, porque nos indican claramente cuál va a ser la tendencia de los meses que se avecinan, durante los cuales ya se nos viene anunciando que nos van a asaetear de impuestos a troche y moche. Necesitan mucho dinero, porque ya no tienen con el que cubrir los aumentos desproporcionados y millonarios de nuestra deuda pública.
Hoy nos deleitaremos con una de las perlas del gran Francisco de Quevedo: “La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre cae de donde subió”